CÓMODA – SEGURA – MODERNA – SIMPLE – ECOLÓGICA – ECONÓMICA – HIGIÉNICA.
Son algunas de las características de la extensa lista de bondades de la copa menstrual (si no sabés qué es la copa menstrual, podés leer aquí).
Vino con todo, a poner a disposición de los cuerpos menstruantes una nueva tecnología para transitar de otra manera la primera fase del ciclo.
Aunque en realidad no es taaaaann novedosa como creemos (la primer copa patentada data de principios del siglo XX y la aparición de su versión en silicona se remonta al año 2000 1), la noticia sobre su existencia irrumpió hace muy poco en la mayoría de nuestras vidas. Fundamentalmente, a partir de campañas publicitarias enormes de algunas marcas con evidente capacidad de invertir en marketing.
Muchas, elegimos nuestra primera copa guiadas por esa publicidad, que presentaba con atractiva y fabulosa sencillez una propuesta de cuidar nuestros cuerpos y el medio ambiente, all-in-one. Sólo se trataba de optar entre tres talles, a definir según el resultado de la combinación de tres variables. Súper fácil: cuestión de responder cuántas velitas soplaste la última vez, si tuviste o no partos vaginales y si menstruás mucha o poca cantidad. Voilà, talle definido, decisión tomada.
Sin embargo, estimuladas (o empujadas) a elegir nuestro “talle” al ritmo acelerado de la pauta publicitaria, algunas caímos en la frustración con idéntica velocidad. Es que, claro, no advertimos la trampa. El universo de cuerpos menstruantes nunca jamás podía dividirse en tres únicas categorías. La copa menstrual, ofrecida como una alternativa innovadora y revolucionaria, solapadamente parecía participar de la misma lógica que las tradicionales toallitas femeninas y tampones: con alas o sin alas, flujo abundante o flujo medio, y pará de contar. Será que del mismo modo que sucede con los talles de ropa, estamos acostumbradas a adaptar nuestros cuerpos a lo ofrecido, y no a la inversa.
Tras experimentar cólicos, pérdidas, dolor al orinar, dificultades en su colocación y extracción, muchas se frustraron (mientras revolearon y odiaron su chiche nuevo) y otras decidieron investigar un poco más. Y resultó que corriendo el telón del mainstream publicitario, el mundo de copas menstruales era infinito. Muchas marcas. Muchos emprendimientos –algunos pequeños, otros no tanto- preocupados en tratar de responder y abrazar las necesidades de todos los cuerpos. Opciones miles, de tamaños, materiales, firmeza, capacidad, durabilidad, que sí están certificadas por organismos reguladores, que sí tienen bordes perfectamente suaves, que sí…
Nos proponemos tomarnos de la mano. Con las que carguen la frustración de haber caído en trampas marketineras, con las que no probaron aún, con las que de momento sólo sienten curiosidad, con las mareadas por tanta información.
Para acompañar un poco en ese camino, y prevenir que se convierta en un desconsolado derrotero, dejamos por acá algunos tests e instructivos que pueden llegar a ser de utilidad para comenzar la búsqueda y la autoexploración:
Asesoría para elegir tu copa menstrual
Test para definir tu copa mesntrual en 9 preguntas – Put a cup in it
Verán entonces, que la cosa se pone más compleja. Porque la existencia de mil alternativas, también trastoca una tradición arraigadísima de hábitos menstruales conocidos (en los que las opciones siempre son pocas, y “adaptate vos…”) y demanda conocer el propio cuerpo de una manera completamente nueva. Ingresar en el mundo inabarcable de las copas menstruales nos sugiere un montón de actividades previas al acto de elegir “la indicada”. Tocarnos, deshacernos del asco que nos impusieron sentir. Conocernos hasta poder responder mucho más que tres características nimias sobre nosotras. Nos propone también aprender a esperar. Un ciclo, dos, tres. Los que hagan falta para conocer el ritmo y movimiento de nuestro ser.
Sabemos que corrido el telón, el camino hacia la copa indicada se abre en incontables bifurcaciones. Significa invertir tiempo, dinero y dedicación. Investigar, experimentar y conocer experiencias ajenas, probar. Significa también aceptar que tal vez, ni la primera, ni la segunda copa que elijamos se adapten inmediatamente a nuestro bienestar. Se trata de reconocer la singularidad de nuestros cuerpos. Que no hay normas, ni productos, ni métodos que nos contengan a todas. Y entender por sobre todo, que eso además, está perfectamente bien.
1) referencia: http://www.lacopamenstrual.es/aprendelo-todo/historia/