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Confesión de una community manager

Desde que comenzamos este proyecto loco (hacer una aplicación mobile sobre salud sexual… para difundir una nueva cultura menstrual… desarrollar tecnología mobile con dos pesos y sin sponsors ni contactos en los medios, ministerios, ni empresas…) aparecieron muchas tareas nuevas que aprendimos a hacer sobre la marcha. Por ejemplo, una de nosotras eligió ser la community manager del emprendimiento, para poder compartir mucha info que nos quedó afuera de la aplicación, y fundamentalmente, poder hablar con seres humanos a través de estas redes. Empecé con la rutina de armar contenidos para Facebook e Instagram. Fue mucho más divertido de lo que me esperaba, y entendí que estas pegajosas redes de distracción e hipnosis podían tener un uso mucho más positivo para mí a partir de este proyecto.

 

En vez de enroscarme pensando si subir o no una foto personal (y para qué subirla), cómo enterarme de todos los eventos a la vez sin desbordar de ansiedad, cómo lidiar con temas de imagen, rupturas, fantasías, etcétera… tenía una misión hermosa en manos y podía hacerlo con estos medios gratuitos.

El único problema que encontré en este camino (más allá de cómo desarrollar tecnología mobile con dos pesos y sin sponsors ni contactos en los medios, ministerios, ni empresas…) fue el temita de la belleza en las redes. No lo pensás al compartir un video, un link a una nota que tiene sus propias imágenes, o un flyer digital que es más que nada texto con una estética prolija. Pero cuando tenés un texto “X” para subir, y sabés que la gente está cansada de las filas de letras pequeñas, te corresponde elegir una foto para acompañar la publicación y empezás a tener contradicciones. No me pasó el primer mes ni el segundo. Tuvieron que darse algunas charlas y debates en mi vida personal para ver que este asunto también se jugaba en nuestras publicaciones.

Pasando un mínimo tiempo en Instagram podés darte cuenta de que el cánon visual es muy jodido y atrapante, y que lo simétrico, pulposo, colorido y prolijito llama mucho más la atención que cualquier otra imagen que tenga parecido a la vida real. Dudé si incluir acá algunas frases de expertos sobre las deformaciones que estamos viviendo en la percepción de “lo común”, “lo bello”, “la vida de los otros”, pero creo que todos podemos sentir un poco de esa extrañeza mirando la combinación estética de televisión, publicidades gráficas, y ahora también, redes sociales. Está el encuadre, está el filtro, está la selección de los momentos, y está la multiplicación al infinito del canon.

¿Conocen el “efecto de mera exposición”? Es un descubrimiento de la psicología social, que notó que las cosas “que ya hemos visto”, nos resultan familiares y tienden a gustarnos más. Por eso la estética de aquel que sale en los grandes medios, o se muestra en una bella imagen que es compartida por mil, tiene en nosotros esa recepción cariñosa, atrayente, y cómoda, casi como el rostro de un ser amado, pero no, es Lali Espósito.

¿Y cuál es la confesión? Que no me siento a gusto eligiendo las fotos para ilustrar publicaciones en nuestra página, que sé que lo simétrico/pulposo/colorido/prolijo llama vuestra atención y nos permite llegar mejor a ustedes, y hace que nuestro proyecto crezca… ¿Todo es muy noble, educativo, y sin fines de lucro, pero después estamos reproduciendo una forma opresiva de lucir que nos hace daño a todxs?

Paso a diario por miles de fotitos en Pinterest que podrían acompañar un lindo texto sobre amor propio, vulva, estrógenos, tener un ciclo y aumentar el registro corporal. Pero son una fantasía de estudio fotográfico con dos horas de Photoshop arriba. No hay un pedazo de piel que tenga marca alguna: granito, pelo, ojera, irregularidad. La otra opción es utilizar una foto de una chica desconocida que haya publicado algo tranqui con #nofilter #bodypositive, y pedirle permiso por mensaje “¿Puedo compartir tu foto en mi página? Me pareciste súper “normal” y creo que no le hago daño a nadie”. Y yendo más lejos, sé que cualquier imagen tendrá un mayor magnetismo para lxs usuarixs si tiene una composición de cine. “No subas fotos de personas, poné perritos o mesas de luz”. Pero les pasa lo mismo: hay un tratamiento de la imagen y una composición ideal, despejada, prolija, y todo parece un frame de una película con una hermosa fotografía.

Y tu vida real, la desordenada, caótica, “work in progress” vida real, con la cara que te tocó y la forma externa que tanto engaña, tanto esconde, y tanto encandila, no sale en ningún medio, y nos sentimos cada vez más inadecuados.

Esos son los problemas que tengo: sé lo que “funcionaría”, y no me parece bien reproducirlo en este espacio. No estoy diciendo que no podamos subir una foto linda o que las personas no deban arreglarse y posar en un espacio despejado para obtener un buen retrato de sí mismos. Vidas privadas: haced lo que les pinte. Marcas comerciales: haced lo que les dé dinero, no esperamos su ética. Nosotras, medio de comunicación -humilde- de salud, tenemos un compromiso con lo que transmitimos y no nos agrada sumar presión social en un espacio que propone observar órganos que no vemos, aceptar procesos fisiológicos, aumentar la valoración del cuerpo propio, atender a la nutrición, la emoción, la creación.

Tiene que haber forma de que una comunicación eficaz y placentera se pueda despegar del cánon de belleza jodido y cruel que nos empapa y nos pinta la cara con sustancias desde los 12 años.

Aún no la encontramos, pero necesitábamos compartir esta búsqueda.

 

 

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