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Poner amargo sobre dulce

Hace algunos años vengo estudiando y vivenciando el mundo de la plantas medicinales, y es mi deseo compartirles algunas de mis experiencias con ellas. Aquí voy a contar sobre tres plantas que son caracterizadas, por la cultura comechingona, como plantas amargas: Carqueja, Altamisa y Diente de León.

Es importante decir que lo que van a leer es mi experiencia en estado puro. Con esto quiero transmitirles que cada unx hará su propio proceso, que cada cuerpo es un universo y las plantas actúan y resuenan distinto en cada ser y en distintos momentos de la vida, ¡es maravilloso!

¿Por qué tomar plantas?

Las plantas poseen múltiples propiedades, que ejercen un efecto terapéutico a nivel: físico, mental, emocional y espiritual. La cultura comechingona sostiene que nuestros cuerpos contienen parásitos, y que para poder depurar, purificar y desintoxicar el organismo podemos acompañarnos de diferentes plantas medicinales que ayudarán a la tarea de arrojar luz, mediante distintos protocolos.

En el protocolo armamos una guía de plantas que nos acompañarán en el proceso de purificación partiendo (en general) de los intestinos, pasando por riñón, hígado, estómago, hasta llegar a la limpieza de la sangre. Los Comechingones han clasificado a las plantas según su sabor, energía o densidad.

Desde la medicina alopática, en general, cuando aparece un síntoma, nos recetan determinada medicación para que ese síntoma se detenga y que no “duela” mas. Desde ésta otra perspectiva, el foco está puesto en la totalidad. Somos seres perfectos que estamos hechos de un todo y en compañía de plantas medicinales, limpiamos y purificamos todo nuestro organismo; y ésta sanación, a su vez, va haciendo eco en los distintos cuerpos sutiles y energéticos. Entonces ese dolor no es acallado, más bien es acompañado; se trata de poder observar, sin exigencias y con amor, que hay detrás de esa molestia. Las plantas son compañeras aliadas, son estrellas terrestres, que contienen información energética muy poderosa y lo más importante: no están “mentalmente entendiendo nada”, simplemente son y se dejan atravesar por el universo.

En mi proceso, me ayudó contar con el acompañamiento de mi maestra, que es terapeuta y trabaja con plantas medicinales y flores de Bach, por eso recomiendo que, si tienen ganas de arrancar algún protocolo depurativo, busquen compañía, por lo menos al comienzo.

Al momento de preparar una infusión medicinal es importante también, que intencionen la toma, que puedan hablar desde el corazón y mencionar el “para qué” o simplemente agradecer.

Las plantas me acercaron tres llaves:

Altamisa: acción, “me puso en camino”.

Diente de León: luz, felicidad “equilibrio de energía”

Carqueja: perspectiva “derribando estructuras”

Las plantas amargas tienen mucha presencia y a la hora de la toma, no suele ser agradable su sabor. Por lo general el color de la infusión es verde oscuro y tuve que tomarlas bien calientes (el calor aplacaba un poco el sabor).

En mi rutina me levantaba bien temprano, preparaba la infusión y la llevaba conmigo todo el día en el termo. Olvidé contar que la toma que hice fue de un litro de la infusión de la plantita por día, durante un mes.

A medida que fueron pasando los primeros días comencé a notar que me estaba acostumbrando al sabor y que ya no me costaba tanto tomarla. Por lo general el primer medio litro lo tomé con más ganas que la segunda mitad, que había perdido temperatura (no es recomendable volver a calentar la infusión ya que puede hervir, y si esto ocurre, se pierden principios activos).

Los efectos físicos, como el aumento del pis, cambios en la consistencia de la materia fecal, algunas ampollitas en la boca, fueron los primeros movimientos que pude observar, aquellos más “palpables”. Luego, y casi siempre llegando al final del ciclo, vivencié algunas revelaciones, que permitieron dar espacio y lugar a nuevas reflexiones. Las plantas tuvieron la sabiduría suficiente para mover en mí lo que había que mover, y esto a su vez, me hizo observar lo que había que soltar. Por suerte las plantitas viven el puro presente (¿podríamos decirle un “no tiempo”?), éste puro presente es muy distinto a la medida de tiempo que manejamos los seres humanos, es un tiempo armonioso, un tiempo sin prisa, un tiempo abundante, sin exigencias.

Las plantas amargas me conectaron profundamente con el deseo del cuerpo y con su necesidad.

Este aspecto fue una aventura para mí ya que, por lo general, me sumerjo en los laberintos mentales, y esta situación produce una gran desconexión. Con la toma de estas plantas amargas los pensamientos pudieron comenzar a aquietarse. Acompañé los procesos sahumando lavanda y romero.

Altamisa:

La primer planta que tomé. Es hermosa, al principio no me gustaba su sabor pero después ¡me encantó! Al día de hoy me gusta abrir el frasco en el que la guardo y sentir su perfume.
Ella “me puso en camino” me conecté directo con la voluntad y comencé a notar que cambiaba mis hábitos: tuve más energía para sumar otra práctica de yoga a la semana, pude dormir mejor, respecto de mi alimentación incorporé una naranja por día (casi todos los días), sin saber porque lo hacía, solo dejándolo ser.

Es una planta que se vincula al hígado pero también trata problemas en la vista, por eso digo que la Altamisa me mostró el camino y yo me permití verlo, para poder profundizar el compromiso.

Diente de León:

Diente de León

Luz, shock de energía, optimismo, equilibrio… Esta planta potenció todo lo que había aparecido con la Altamisa. Fue como una ráfaga de luz en mi cotidianeidad. Pude alinear mi deseo y bajarle el volumen a la mente. Mi cuerpo fue protagonista real durante ese mes y conecté con la actitud de “no hacerme tanto problema”, porque sabemos bien que ese es territorio mental. Comí zanahoria todos los días (al día de hoy sigo casi igual), sentí la necesidad real de incorporar esta verdura, como así también la rúcula y espinaca (pero fue más protagonista la zanahoria). Hablando luego con mi maestra, me contó que la zanahoria en muy buena para el hígado (también para la vista) y que las enzimas que poseen la rúcula y espinaca (como las hojas verdes crudas en general) ayudan en la limpieza y regeneración de este órgano.

Carqueja:

Derribar estructuras, perspectiva, poner amargo sobre dulce.
La Carqueja tiene el sabor más amargo que probé hasta el día de hoy, es tan amarga que si luego tomas agua, se siente dulce. El sabor amargo me hizo colocar en otro lugar, sirvió como contraste de todo lo demás. Hubo un gran movimiento, porque partiendo de la premisa: “poner amargo sobre dulce” empecé a problematizar lo que yo creía incuestionable. Voy a intentar explicarlo de esta manera: si este sabor tan amargo logró mostrarme que el agua que tomo todos los días tiene otro sabor; así como el agua (que es tan común como el aire que respiramos) entrarán en jaque otras cuestiones-vínculos-trabajos que parecían verdades rígidas imposibles de problematizar.

¿Por qué sigo intentando el vínculo con esta persona? ¿Por qué siento que no me mueve el deseo? ¿Por qué sigo trabajando donde trabajo? ¿Por qué creo que no puedo cambiar? ¿Dónde quedó mi voluntad?

Resumiendo un poquito, voy a hacer un “hilo” de todo lo vivido con estas plantas poderosas, que además son palabras que me sirven como llaves cuando estoy bloqueada, cuando pierdo energía, cuando estoy triste: hígado, vista, voluntad, cuerpo, deseo, luz, amarillo, perspectiva, amargo, felicidad, optimismo.

Esta medicina se encuentra al alcance de nuestras manos, en los canteros de la calle, en los techos de los puestos de diarios, en la montaña, a orillas de un rio, en el patio de tu casa… sólo nos hace falta confiar y entregarnos. Los procesos son movilizantes pero los resultados siempre son un alivio. Así como cuando medito y la profe nos dice “entréguenle el peso del cuerpo a la tierra, que lxs sostiene”, algo muy similar pasa con las plantitas: ellas están, desde tiempos inmemoriales, para acercarnos salud; la llave es soltar y dejar paso a la oscuridad para llenarnos de luz.

Cualquier camino que tenga corazón  

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