mujer – Lunar app http://lunarcomunidad.com AMA tu ritmo Sun, 18 Nov 2018 22:26:48 +0000 es-AR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.9.8 https://i1.wp.com/lunarcomunidad.com/wp-content/uploads/2018/06/cropped-LOGO-APP.png?fit=32%2C32 mujer – Lunar app http://lunarcomunidad.com 32 32 148267838 Derecho al placer http://lunarcomunidad.com/derechoalplacer/ http://lunarcomunidad.com/derechoalplacer/#comments Sat, 04 Aug 2018 21:13:02 +0000 http://lunarcomunidad.com/?p=1 De algún modo nos enteramos, allá lejos y hace tiempo, que la “primera vez” para nosotras, dolía. Si me pongo autobiográfica, no puedo recordar de dónde lo saqué, ni si esa información llegó de mano de mis pares o de algún referente adulto. No logro descifrar cuándo nació el mito en mi trayectoria. Si el […]

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De algún modo nos enteramos, allá lejos y hace tiempo, que la “primera vez” para nosotras, dolía. Si me pongo autobiográfica, no puedo recordar de dónde lo saqué, ni si esa información llegó de mano de mis pares o de algún referente adulto. No logro descifrar cuándo nació el mito en mi trayectoria. Si el dato resonó sorpresivamente en la adolescencia o si tal vez fue mucho antes. No sé, pero lo escuché y muy posiblemente también lo reproduje: amiga, la primera vez te va a doler. Es así, y hay que bancarla. En mi más incipiente mujer, la experiencia del sexo, todavía inexplorada, ya era sufrimiento.

Cuando ya era un poco tarde para mí, sospeché que el rumor pasillero, más que mito era mandato. Una profecía que se autorrealiza.

Esa premisa sobre el vínculo entre sexo y dolor pertenece a un contexto sociocultural en el que el sexo saludable-seguro sigue estrechamente vinculado al binomio concepción-anticoncepción, con suerte a las ETS (enfermedades de transmisión sexual), y en muuuucha menor medida a la idea de placer. El resultado de esa ecuación, lejos de llenar de colores el escenario, lo empalidece.

De esta manera, nuestro primer contacto con la sola fantasía de la experiencia sexual, es atacado por una plaga de temores que nos dejan chiquitas, secas y tensas. Si encima, llegado el día de esa primera vez, nuestrx compañerx es varón o faloportante, sumamos la presión de tener que estar a la altura y ritmo de sus tiempos de excitación, cuestión que en el caso de ellos (a diferencia del de los cuerpos femeninos) tiene un modo de exteriorización bien visible y claro.

Sin embargo, lo más llamativo de este mandato no es tanto su poder de acapararse todo el foco de esa primer experiencia (que igual sí, ya es un montón) si no su capacidad de actualización permanente durante toda la vida sexual femenina posteriorAsí lo dicen las propias mujeres, algunas ya adultas, que “confiesan” –con toda la vergüenza que implica un acto de confesión- que el coito les provoca dolor, y que llevan ese dolor, las más de las veces en silencio.

Buscando no recuerdo qué cosa, llegué a la web de dos francesas aporteñadas que estudian y divulgan la importancia de atender al estado de nuestro desconocido e ignorado suelo pélvico, y que nos ayudan con algunas esclarecedoras estadísticas aquí. La conclusión del artículo es que “una de cada diez mujeres reporta sentir dolor durante o después de la relación sexual. El numero alcanza el 30% sintiendo dolor durante el acto y llega al 50% para las poblaciones situadas entre 16 y 24 años (correspondiente al debut de la actividad sexual) y a partir de los 55 años (correspondiendo a la menopausia).”

Hay múltiples causas que pueden provocar dolor antes, durante o después del sexo en ese enorme porcentaje de la población con vagina. La primera y fundamental -a mi caprichoso criterio- puede ser la dificultad de poner en palabras el dolor cuando arremete, in situ e inmediatamente, hacia nuestro compañerx de juego. Esto así, porque antes de tomar ninguna otra medida, pareciera que la más sencilla es la posibilidad de conversar y consensuar el cese o el replanteo de la actividad sexual que se tornó dolorosa. Poder decirlo, implica muchas cosas buenas, como la consolidación de la confianza (propia y del vínculo) y el respeto por nuestro cuerpo. No obstante, todo ello requiere previamente el concebirnos como sujetos deseantes, con posibilidad y derecho al placer infinito. Las causas que siguen (aunque siempre incluyen a la primera) pueden complementarse con razones físicas y emocionales. Algunas de ellas son: vaginitis, candidasis, síndrome de colon irritable, endometriosis, sequedad vaginal, ausencia de deseo sexual, hemorroides, golpes en la penetración, hasta la mísmisima ansiedad, y la lista no termina.

El punto de la cuestión no es sólo el dolor, sino el silencio.

El lugar de la mujer es en la revolución – foto de Daniela Carr

Más acá en el tiempo descubrí que es un silencio muy elocuente. Sospeché de nuevo que tal vez, además de mandato, el “te va a doler” también quizás fuese mandamiento. Como si parir con dolor no fuera poco, también sufrirás el placer.

Parece de una obviedad gigante, pero en el mundo en el que pensaron que pariríamos con dolor, no existían los métodos anticonceptivos: parir era el correlato natural y casi inevitable del intercambio sexual (heterosexual y único posible, claro). Se ve que entonces, cuando encontramos maneras de tener sexo sin parir, el castigo del dolor, así de obligatorio, antes de verse desplazado prefirió volverse retroactivo. Y aquí seguimos, como si cargáramos de un modo u otro con ese compromiso martirizante, ponele que como mínimo, desde el año 500 a.C.

Entender que no sólo merecemos, si no que tenemos derecho a vivir el placer – entre otras cosas sin dolor- es un poderosísimo germen de revolución.

Para eso, y antes que nada, necesitamos romper el silencio “hacia adentro”. Googlear e informarse puede ser un hermoso primer paso.

Nunca como autodiagnóstico (hay especialistas para ello) y jamás para generar alarmas, sino como camino de autoconocimiento y autoafirmación. Lo lindo de internet, se resume muy gráficamente en el fenómeno de Yahoo Respuestas. La web nos brinda la comodidad del anonimato y una contención casi inmediata: a alguien le pasa o le pasó. Alguien, SIEMPRE, ya lo preguntó.

Luego, viene la parte de romper el silencio hacia afuera, abrir el tema hacia nuestrxs compañerxs, amigxs y enterarnos de quiénes somos, cómo disfrutamos y cómo padecemos, tarea que bien puede ser el segundo paso hacia un ejercicio efectivo y libre del derecho al placer.

Los que siguen, se caminan casi sin pensar.

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Desear ovular http://lunarcomunidad.com/desear-ovular/ http://lunarcomunidad.com/desear-ovular/#comments Sat, 07 Jul 2018 19:54:25 +0000 http://lunarcomunidad.com/?p=177 Por años se viene hablando de la ovulación en función de la concepción/anticoncepción, en pos del desarrollo de anticonceptivos. Hoy día gracias a los trabajos de ginecólogas como Enriqueta Barranco y Christiane Northrup, médicas como Carme Valls-Llobet, Lara Briden y muchas otras más, sabemos que la ovulación es necesaria más allá de la reproducción. Ovular […]

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Por años se viene hablando de la ovulación en función de la concepción/anticoncepción, en pos del desarrollo de anticonceptivos. Hoy día gracias a los trabajos de ginecólogas como Enriqueta Barranco y Christiane Northrup, médicas como Carme Valls-Llobet, Lara Briden y muchas otras más, sabemos que la ovulación es necesaria más allá de la reproducción.

Ovular previene enfermedades graves como osteoporosis y ciertos tipos de cáncer. Nuestra química NO es prescindible: la salud de nuestro corazón, de nuestro pecho, la salud de nuestros huesos, de nuestra tiroides, necesitan de la ovulación. Ovular es fundamental para estar sanxs a nivel físico, mental y anímico.

Como dice Erika Irusta: “El tabú menstrual nos esta costando vida”. La sangre menstrual es un signo vital de nuestra salud integral, un termómetro corporal tan importante como la presión arterial, que revela el estado de salud de nuestro cuerpo. La sangre menstrual nos informa por ejemplo, de la cantidad de estrógenos que tenemos y si éstos están en equilibrio en relación a la progesterona. Dejemos ya de tenerle asco y empecemos a observar(nos).

Lxs menstruantes durante la edad fértil vivimos en una saludable alternancia cíclica en la actividad de todos los sistemas del cuerpo y mente. Esto sucede porque las hormonas sexuales femeninas varían cíclicamente, y su acción repercute —también de manera cíclica— no sólo en el aparato sexual sino también en los demás sistemas: sistema inmunológico, sistema endocrino, sistema nervioso, sistema cardiovascular, etc. Sabemos por ejemplo, que la progesterona previene el cáncer de mama y endometrio, así que dejemos ya de tenerle miedo a ovular y empecemos a comprender(nos).

 

Sepamos que se puede menstruar sin dolor y que la menstruación puede llegar a ser placentera. El dolor es muchas veces el síntoma de algo más. Sepamos que estar premenstrual no es un síndrome, es la fase que nos recuerda que ser cíclicxs en un mundo que nos quiere lineales, duele. Dejemos ya de luchar contra las hormonas y empecemos a fluir con ellas. Empecemos a relacionarnos con nuestra sexualidad desde una manera más integral y empecemos a relacionarnos con nuestra fertilidad desde una mirada más creativa y saludable, pero por sobre todo más tierna.

Como dice Yamila Florencia Chizzoniti Setti en su libro ‘Mujer Soberana’: “La piel es la primer frontera en la batalla por la libertad“. Si no empezamos por observarnos, comprendernos, seguiremos cayendo como moscas.

Copa menstrual MeLuna – foto de Carolina Ferreyra

 

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